Fevissela es una chica-mujer (o adulta-adolescente, como una personita muy querida me llamó una vez), que ha decidido empezar a escribir este blog en una de esas mini-crisis existencialistas que todos tenemos alguna vez. El cesto es muy grande, por si acaso, porque no sé muy bien todavía qué pensamientos y experiencias compartiré aquí, aunque pretendo escribir sobre todo aquello que me conmueva, me impresione, o me lleve a reflexión.
viernes, 24 de septiembre de 2010
Las grandes ventajas de los 902
Pues sí, como otros "grandes avances" tecnológicos, con los 902 claramente vivimos mucho mejor. La idea original de estos números inteligentes no es mala, sino todo lo contrario. En principio son muy útiles y, en aquellos tiempos cuando no existía la tarifa plana de que muchos disfrutamos ahora, y las llamadas interprovinciales eran carísimas, evitan que un usuario de Córdoba, por ejemplo, tenga que pagar mucho más que un madrileño por llamar a una gran empresa con la sede de atención al cliente en Madrid. Los servicios de red inteligente son muy útiles y tienen mucho sentido, pero en grandes empresas y corporaciones.
Pero, actualmente, los 902 han sido desvirtuados y se utilizan como un medio para sangrar al pobre consumidor hasta el tuétano. Ahora que ya consiguen sacarnos a muchos de nosotros de 40 euros para arriba en internet+llamadas nacionales, los grandes (y no tan grandes) operadores se han percatado de que, claro, han perdido ese dinerito en minutitos contantes y sonantes de tráfico de llamadas. Por eso, los grandes "gurús" han descubierto el rey midas de las llamadas de teléfono: "Como las llamadas nacionales no las cobramos ya... ¿por qué no sustituimos todo número posible por un 902?" Está fenomenal: ahora para llamar a la verdulería de la esquina hay que teclear un 902 ... (claro es que tiene 100 sucursales y 50 centralitas, y es necesario tener un 902 para gestionar todo eso).
La tarifa plana ha pasado a servir únicamente para llamar a tu madre y poco más. Y encima el incauto usuario del servicio telefónico a veces confunde los 902 con números 900 (gratuitos). Menos mal que cada vez estamos más avisados, y ya los tenemos más bien asociados a los 803 y 806 (más que nada porque las "facturitas" pueden venir colmaditas si te pasas mucho rato con el auricular a la oreja esperando a la señorita que te dice insistente "no se retire, en breve le antederemos").
Y mientras tanto los señores del Ministerio y de la CMT, mirando para otro lado y haciendo la vista gorda. Claro, es que los operadores pobrecitos tienen que vivir, que todavía no sablean bastante al usuario (aparte del pésimo servicio que dan muchos de ellos) ... y no nos engañemos, esto es algo que les da "dinerito fácil" y no van a renunciar a ello. Con lo fácil que sería obligarles a publicitar los números fijos que hay debajo del 902 ... Menos mal que hay iniciativas como "no mas números 900" que muchas veces dan resultado y te ahorran un dinero nada despreciable... pero manda güevos tener que perder el tiempo en internet buscando el tan preciado número 91, 93, etc. Viva la defensa de los derechos del consumidor en este país.
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martes, 21 de septiembre de 2010
Menú del día 7,50 (incluye bebida, café y mala leche infinita)
Hoy he tenido el "placer" de comer en uno de esos "restaurantes de barri" al que, ya advierto de antemano, no tengo intención ninguna ni ganas de volver. La verdad es que hacía tiempo que no topaba con una camarera tan "borde". No daré el nombre del establecimiento, pues estoy intentado olvidarlo, y tampoco es plan de joder al prójimo y además, oiga, debo reconocer que mal no se comía y salía bastante económico el medio menú (es lo que me ha decidido a entrar, pues no tenía tanta hambre para un menú entero, lo cual es una suerte pues me ha librado de un primer plato con ese trato tan "cariñoso"). Pero como es llamativo y muy poco frecuente encontrar tal compendio de "lindeces" y tanta "gracia resalá" conjugados en una misma persona y un mismo día, no he podido por menos que escribirlo aquí. Porque me ha llegado al alma tanta antipatía junta y, más que enfadarme, al final la situación me ha divertido bastante (eso sí, diré que ya no he tenido arrestos para tomar café).
Bueno, comencemos. En primer lugar he de reconocer que me he personado en el local a horas un tanto intempestivas (las 3 y media pasadas) pero en mi descargo también diré que muy educadamente he preguntado si todavía era posible comer. A lo cual la protagonista de esta entrada me ha contestado con un lacónico "sí". He intuido que debía seguirla, y allí me ha dejado tirada en medio del comedor mientras ella buscaba unos cubiertos y el clásico mantelito de papel individual. Después me ha espetado con un tono bastante brusco que dónde quería sentarme y, como he dudado un segundo, la interfecta por su cuenta y riesgo ha decidido colocarme en la única mesa que daba la espalda a la tele -un gran detalle privarme de la tele, teniendo en cuenta que iba sola y el comedor estaba casi vacío- y además, bastante coja -la mesa, no ella, que tampoco era manca. Pero bueno, he visto que solo había anuncios y el típico telefilme de coger la siesta y he decidido que no valía la pena rechistar, no cosa fuera que la bruja sacara la escoba y me sacudiese, o me clavase el cuchillo de postre en los higadillos.
Tras esta calurosa acogida, mi simpática camarera me ha preguntado si estaba cómoda y todo era de mi agrado (es broma), y ha pasado a tomar nota. He pedido medio menú del día: chuletas a la plancha con verduras de guarnición (en el menú las opciones de guarnición eran ensalada, patatas fritas o verduras). Mientras tanto ha traído la bebida, con cara de no haber echado un kiki como dios manda en muuuuuucho tiempo, y un cestito de pan-goma con mosquitas de la fruta revoloteando por encima, a modo de acompañamiento (menos mal que mi religión me aconseja no comer mucho pan).
Tras unos agradables ejercicios de cuello para ver la tele, al son de un "plaf" en la mesa ha aterrizado el plato de chuletas, con ensalada y sin explicaciones. Cuando he osado valientemente preguntar por mis verduras, he obtenido una cara de mala baba y un "es que no había verdura de guarnición", acompañado de un implícito "¿es que eres tonta o qué? no me hagas perder el tiempo ...". Ya no he tenido el tamaño atrevimiento de pedirle la vinagrera para aliñar la ensalada y me he levantado yo misma a cogerla de otra mesa. Cuando volvía a mi sitio me he cruzado con mi simpática amiga, entorpeciendo su decidida marcha durante una milésima de segundo y ganándome una mirada de las que si matasen yo ya estaría bien tiesa y fulminada... He optado por refugiarme en mi plato, iniciando la danza-de-la-mesa-coja al ritmo del cuchillo contra la carne.
Eso sí, rapidez en el servicio no tengo queja ninguna: apenas estaba acabando de dar cuenta de mis chuletas y ya ha venido a tomar nota del postre, pillándome con la boca completamente llena. Situación harto incómoda, pues odio hablar en esas circunstancias, pero mucho más me incomoda tener a un genuino cardo borriquero plantado ante mí esperando respuesta. La tarta no era casera, pero el cardo me ha informado de que tenían una mousse de limón que sí lo era. Cuando me la ha traído he descubierto, maravillada, que era una mousse de limón casera con sabor a coco totalmente deliciosa (si llegarán a innovar hoy en día que han logrado hacer crecer cocos en los limoneros) y, de verdad, que ya me ha entrado la risa floja con todo aquello.
Finalmente he decidido que "café no quiero, gracias, ¿dónde se paga?" y, tras intentar la buena mujer cobrarme el precio del menú completo en lugar del medio menú, me he despedido huyendo cual alma que lleva el diablo de tan confortable y delicioso lugar, no sin antes prometerme a mí misma reunir muy buenos motivos antes de volver a osar cruzar su puerta. No me había encontrado con una camarera tan borde desde aquella vez que quisieron endosarme un yogur caducado bajo el pretexto de "no está caducado, ¡es que la fecha esa es del año que viene!" (previamente ya había endosado a una amiga un plato de coliflor suplantando a la col que ella había pedido, hay testigos).
Para compensar, a café me ha invitado un camarero ultra-simpático que estaba aburrido secando la lluvia de las sillas y mesas en una terraza, y prácticamente me ha obligado a sentarme cuando pasaba por allí. Juro que le he dicho que no quería café, pero ha entrado al asalto, insistiendo en invitarme y colocarme en la terraza desierta (las técnicas de marketing cada día son más agresivas, vive Dios). Además, recordemos que no había tomado café, con lo cual también he sido más fácil de convencer. Me ha dado palique, me ha invitado a café, y me ha llamado guapa y preciosa gratis también, más no se puede pedir la verdad. Parece como si los hados hubieran decidido premiarme de alguna manera tras mi áspera experiencia en el restaurante-de-nunca-jamás. ¿Será verdad eso del ying y el yang? ¿Que cada polo tiene su opuesto y que después de la tempestad viene la calma? ¿que el bien y el mal son dos caras de la misma moneda? Desde luego esta tarde ha sido de extremos radicales: creo que he conocido a la camarera más borde y al camarero más simpático y resalado de mi barrio, todo en menos de una hora y a menos de 500 metros de mi casa. Para que luego digan que es necesario viajar mucho para conocer gente, culturas y costumbres diferentes y exóticas, jeje.
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miércoles, 15 de septiembre de 2010
SCARIOLO DIMISIÓN
BALONCESTO. Sí, BA-LON-CES-TO, con todas las sílabas. Ay, qué nostalgia me ha entrado estos días de aquella celebración allá por septiembre de 2006, con Pepu diciendo estas sílabas en voz bien alta y reivindicando este gran deporte. Esta vez, las sílabas que yo utilizaría son DE-CEP-CIÓN, con un amargo sabor de boca. En fin, estos días he tenido bastante sobredosis de ver partidos de basket del Mundobasket de Turquía y, de verdad que no reconozco a mi querida selección. Sí estoy muy orgullosa de los jugadores, veo que todos y cada uno se han dejado la piel en la pista, pero aquel espíritu del equipo 2006 en mi opinión se ha esfumado. Solo ha reaparecido en breves minutos, como por ejemplo esa pedazo remontada ante Argentina en el partido para el quinto puesto, aunque al final no sirviera de nada.
La selección ya no juega como estábamos acostumbrados y eso es un hecho. Y es verdad, se puede notar la falta de Pau, y la de Calderón, pero me parece que debemos recordar que la final de Japón 2006 se ganó sin Pau en la pista, con un gran partido del resto del EQUIPO. Porque eso es lo que eran, un equipo compacto y sin fisuras, que se merendaban a los americanos con sus grandes estrellas y sus individualidades, y a quien hiciera falta. Porque el todo siempre es mayor que la suma de las partes. O al menos así debería ser en baloncesto, tal y como yo lo veo.
No se trata de buscar culpables, pero diré que no me gusta nada de nada el estilo de juego de esta selección desde que Scariolo la dirige. La defensa no es la misma, la garra del equipo no es la misma, el equipo está casi siempre "espeso", se hacen unos cambios incomprensibles a veces y unos sistemas de juego hiper-complejos y en muchas ocasiones nada efectivos. Y pese a que ganamos el europeo de 2009, en mi opinión es porque tenemos grandes jugadores, pero ya en aquel campeonato se notó mucho el cambio. Yo no sé si Scariolo es buen o mal entrenador, pero me parece que la conjunción entrenador-equipo no está funcionando demasiado bien, la verdad. Y resulta chocante, cuando menos, que se destituyera por unas razones bastante oscuras a un entrenador, Pepu Hernández, que imprimió aquel estilo de juego que tan bien iba a nuestros jugadores, que venía de ganar un mundial y ahora, cuando hemos quedado sextos tras un mundial así de gris, no esté claro si se va a estudiar hacer algún cambio. ¿Por qué no se plantean siquiera cambios, cuando ahora sí que hay motivos claros para preocuparse, problemas de verdad? Porque si la selección va a seguir haciendo este tipo de baloncesto en el europeo de Lituania, o en las Olimpiadas 2012, casi prefiero que ni se clasifiquen, así al menos me ahorro el mal rato.
Decepción la del mundial, pero preocupación porque a ver si ahora vamos a desaprovechar a una de las mejores generaciones de jugadores que hemos tenido... y nostalgia, muchísima nostalgia de aquellos tiempos en que teníamos muy claro a lo que jugábamos y a nuestros chicos se les llamaba los "chicos de oro" ...
En fin, que me sumaré al clamor popular que pulula últimamente por la web "SCARIOLO DIMISIÓN"!!
La selección ya no juega como estábamos acostumbrados y eso es un hecho. Y es verdad, se puede notar la falta de Pau, y la de Calderón, pero me parece que debemos recordar que la final de Japón 2006 se ganó sin Pau en la pista, con un gran partido del resto del EQUIPO. Porque eso es lo que eran, un equipo compacto y sin fisuras, que se merendaban a los americanos con sus grandes estrellas y sus individualidades, y a quien hiciera falta. Porque el todo siempre es mayor que la suma de las partes. O al menos así debería ser en baloncesto, tal y como yo lo veo.
No se trata de buscar culpables, pero diré que no me gusta nada de nada el estilo de juego de esta selección desde que Scariolo la dirige. La defensa no es la misma, la garra del equipo no es la misma, el equipo está casi siempre "espeso", se hacen unos cambios incomprensibles a veces y unos sistemas de juego hiper-complejos y en muchas ocasiones nada efectivos. Y pese a que ganamos el europeo de 2009, en mi opinión es porque tenemos grandes jugadores, pero ya en aquel campeonato se notó mucho el cambio. Yo no sé si Scariolo es buen o mal entrenador, pero me parece que la conjunción entrenador-equipo no está funcionando demasiado bien, la verdad. Y resulta chocante, cuando menos, que se destituyera por unas razones bastante oscuras a un entrenador, Pepu Hernández, que imprimió aquel estilo de juego que tan bien iba a nuestros jugadores, que venía de ganar un mundial y ahora, cuando hemos quedado sextos tras un mundial así de gris, no esté claro si se va a estudiar hacer algún cambio. ¿Por qué no se plantean siquiera cambios, cuando ahora sí que hay motivos claros para preocuparse, problemas de verdad? Porque si la selección va a seguir haciendo este tipo de baloncesto en el europeo de Lituania, o en las Olimpiadas 2012, casi prefiero que ni se clasifiquen, así al menos me ahorro el mal rato.
Decepción la del mundial, pero preocupación porque a ver si ahora vamos a desaprovechar a una de las mejores generaciones de jugadores que hemos tenido... y nostalgia, muchísima nostalgia de aquellos tiempos en que teníamos muy claro a lo que jugábamos y a nuestros chicos se les llamaba los "chicos de oro" ...
En fin, que me sumaré al clamor popular que pulula últimamente por la web "SCARIOLO DIMISIÓN"!!
domingo, 5 de septiembre de 2010
La regia León
Estos días atrás he tenido la oportunidad de conocer León, por gentileza de J. Confesaré que únicamente sabía de la catedral y el parador de San Marcos, y que era una ciudad de tapitas muy ricas por lo que J. me había comentado. Pero en la ciudad me aguardaban otras muchas gratas sorpresas...
Una de las primeras fue descubrir los soprendentes murales del ayuntamiento, pintados por un tal Vela Zanetti. Resultó ser un leonés de adopción, nacido en un pueblecito de Burgos. Tanto me gustaron los murales que mi solícito guía me llevó inmediatamente a ver los cuadros y murales expuestos en la fundación que lleva su nombre. Sin ser yo ni aficionada, ni mucho menos entendida en pintura, quedé muy impresionada por la enorme expresividad de sus pinturas.
León es una de esas grandes desconocidas, ciudad antaño plagada de condes, caballeros e hidalgos de rancio abolengo, todos con su palacio más o menos lujoso y su escudo de armas, y algunos con más hambre que otros, pero eso sí: siempre bravos, dignos y luchadores. Y si no que se lo pregunten a las seis serpientes que salen del cesto de los Guzmanes, advirtiendo a sus enemigos de su suerte si se les ocurría atacarles ... Y como contraste al palacio de los Guzmanes, justo al lado el modernista Gaudí dejó también su impronta con la casa Botines, y su San Jordi (o Jorge) y su dragón.
La ciudad respira historia toda ella. Aunque pueda parecer lo contrario, no es el animal quien da nombre a la ciudad, sino más bien al revés. Curiosa costumbre esa que tenían antaño de acuñar como insignia un animal cuyo nombre tuviera un sonido parecido al de la ciudad, como "dragón" en el caso de "Aragón". León se deriva de la evolución de la palabra "Legio" (por la Legio VII, campamento romano ubicado donde ahora descansa la ciudad, dicen que acaban de descubrir incluso una Legio VI ...). Vamos, que la ciudad es mayor de edad: tiene unos 2.000 añitos, más o menos (para que luego otros hablen de su "hecho histórico diferencial").
Después tuvieron reyes cristianos para dar y regalar: multitud de Urracas y Alfonsos varios (hasta 9 tuvieron) y alguna Sancha que otra ... ahora lo que queda de ellos se encuentra en el panteón de los reyes en San Isidoro. Gracias a las hordas de bárbaros de un tal Napoleón sus ordenadas e inmaculadas tumbas quedaron transformadas en cuadras y abrevaderos, sus huesos esparcidos, revueltos y remezclados, y ahora es misión imposible saber quién era quién (aunque dicen haber identificado a dos de ellos, pero yo me pregunto cómo lo han conseguido, porque hasta donde yo sé los reyes de entonces no se sacaban muestras de ADN ni células madre para ahora poder contrastarlas... en fin misterios de la ciencia). Pero lo que sí sobrevivió a la guerra de la independencia fueron los frescos románicos del panteón, con su color original y dignos de contemplarse, sobre todo acompañados de una buena explicación de la guía, como fue el caso.
No, no me he olvidado de la catedral estilo Notre-Damme, sus monumentales vidrieras (probablemente de las más grandes que he visto), y su ángulo-tipo para la foto panorámica donde todo fotógrafo profesional y amateur quiere colocarse ;)
León tiene de todo, pues: muralla, catedral, palacios y hasta su plaza mayor con ayuntamiento de mentiras y bares inmutables al paso del tiempo como el casa Benito, con las mismas jarras de barro y bancos de madera de hace medio siglo (y con precios que recuerdan esa época, lo cual se agradece)
Y no hablemos de paisajes. Aunque pueden no ser los más bonitos, los páramos pletóricos de trigo a mí me encantan. Es como estar en una especie de océano amarillo, o en el desierto. Será que soy de sitio más bien montañoso que aquello de las planicies inmensas me encanta. Pero también tienen montaña para escalar. Y ríos que se pierden en hoces escarpadas. Y hasta cuevas misteriosas donde crecen fantasmas, hadas y vírgenes con niños, y que pretenden ser aquella gruta donde Julio Verne dio rienda suelta a su imaginación al querer viajar hasta el centro de la tierra ... menos mal que nosotros volvimos a salir a la luz, pese a que teníamos un guía de lo más optimista, como ese rubito paisano suyo que sale en "Desafío extremo". Estuvo muy bien, aunque fuera la visita "normal" y no la "especial" ;)
Pero lo mejor de todo llega al caer la noche, la ciudad ofreciendo la verdadera personalidad y gustos de los leoneses: salir, y comer, y beber, y reirse. Como Dios manda. Esos vinitos, esos cortos (y algún butano de vez en cuando, para no caer en redondo). Ese sabroso picadillo, tan "ligerito" no apto para novatos preocupados por una posible mala relación mucha bebida-poca comida. Pero bueno, por si te has quedado con hambre, todo ello lo puedes rebajar muy bien al día siguiente con un frugal piscolabis en esas bodegas auténticas excavadas en la montaña donde ahora además de vino puedes encontrarte con un chuletón, un entrecot o unas modestas "chuletitas".
En fin, me despedí muy satisfecha de la ciudad, diciendo adios también a mi vasco-leonés favorito. Hasta el dios fumeta que guardaba una de sus puertas me dijo adios con cierta pena, me pareció. O tal vez hasta luego.
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